martes, 8 de julio de 2008

Ingrid la gorda o los Magníficos en Colombia


La telenovela que le ganó en extensión y drama a Betty la Fea llegó a su fin: Ingrid Betancourt fue liberada el miércoles, entre bombos, platillos y melodrama mediático. De este lado, mientras tanto, el día oscilaba entre la esperanza y la angustia por ver cómo le iba a la Liga en el Maracaná. Afortunadamente hubo maracanazo II y todos tan felices. Ya era hora, por otro lado.

Al enterarme de la liberación sentí alegría obviamente, pero no pude dejar de esbozar una sonrisa, entre irónica y amargada, porque me sentí, una vez más, estafado. La sensación se potenció cuando escuché las primeras declaraciones de la Ingrid, agradeciendo a todo el gobierno colombiano y comparando a Uribe con Harrison Ford por poco, sugiriendo a sus compatriotas confiar en las Fuerzas Armadas, pidiendo rescatar a los demás rehenes por las buenas, pero si toca por las malas, ni modo, que tienen tremendo ejército. Al final de la noche, luego de sufrir con los penales y alegrarme sinceramente por el triunfo y felicitar de corazón a los cauchos de verdad, no a los noveleros, mi indignación creció más que la cotización de Guerrón al ver las imágenes de la ex - secuestrada y encontrarla no solo de pie, sino hasta gordita, rosada y agarrando un avión a Francia, como si en vez de seis años de cautiverio hubiera vuelto casi de un campamento vacacional.

¿No que estaba a punto de morir? ¿No que las FARC les mataban de hambre y toditos los rehenes eran una colección de parásitos y enfermedades tropicales? Tras seis años de encierro en el infierno, ¿no sería lo más lógico guardar un tiempo de reposo y recuperación antes de afrontar cualquier rueda de prensa, propagandista o no, y peor aún un vuelo trasatlántico? Bueno, sería lo lógico si la víctima estuviera tan mal como nos dijeron, tan mal como se veía en la única foto que circuló y que, descaradamente, los medios seguían circulando, tan mal como, digámoslo de una vez, todos esperaban que esté para poder sacarle más jugo a la noticia. Pero no sólo eso, la sonrisa sardónica que dibujo cada vez que escucho hablar del tema se remite también a la sospechosa coincidencia de rescatar, así de fácil, a la persona mejor vigilada de Colombia justo cuando el candidato republicano está de visita y el cowboy santandereano anda en líos de corrupción y parapolítica. Ni hablar de los guardias que cándidamente entregaron las 14 joyitas del canje a un helicóptero solo porque estaba pintado de blanco, como sólo podía pasar en Los Magníficos, o de los 3 contratistas gringos que salieron de escena antes del primer acto ¿no serían los magníficos mismo?

Debo confesar que siempre me cayó mal la Ingrid, por meterse donde le dijeron que no se meta y estarse quejando después, lo cual no significa que apoye la política brutal de secuestrar gente sino que mas bien la condeno, ya sea en la selva del Caguán, en Abu Ghraib o en Guantánamo. Pero de ahí a darle el Nobel de la Paz solo porque aguantó seis años de secuestro, me parece un despropósito. Me recuerda a Amélie Poulain tratando de reunir firmas para la canonización de Lady Di. Así como digo que me cae mal, igualmente reconozco que ha sido una mujer valiente, demasiado confiada tal vez, lo cual desencadenó su secuestro, pero una mujer que le ha hecho frente a las peleas que ha considerado justas, que no se ha quedado callada y eso, en Colombia, es digno de reconocimiento. Tal vez eso alcance para un Nobel. Si es así, bienvenida la candidatura, pero si la medida es el tiempo de cautiverio, debe haber más de un policía colombiano o un combatiente iraquí que reúna mejores condiciones.

Leo en internet que Bosé, Shakira y algún otro personajillo están pidiendo la liberación de los demás secuestrados. A Ingrid le dicen la Juana de Arco de América y ya hay planes para llevar su rescate al cine. La farandulización de este asunto refuerza mis peores sospechas. Será de ver qué hace ahora Ingrid y cómo sigue la segunda parte de su telenovela. Por lo pronto, un par de sugerencias para la producción de la película: que la dirija el patón Bauza y pongan a Mr. T en el papel de piloto del helicóptero.