miércoles, 30 de abril de 2008

El divorcio de Osamaka

Finalmente se divorció mi amiga Osamaka. Ya era hora. Francamente, llegué a pensar que no sería capaz. Ella dice que fue un divorcio exitoso. Supongo que se refiere al Land Rover negro, y a la cuenta de banco. No estoy segura. En todo caso, lo hizo, terminó con su cuento de hadas por voluntad propia. Digo cuento de hadas porque solía presentarse como la princesa Fiona; por vivir en muy muy lejano y por estar casada con un ogro.

La verdad ya me tenía harta con la misma cancioncita; que ya no aguanto más a ese bruto, que aquí se termina todo, que esta vez es definitivo, que del próximo mes no pasa, que después de que Amelita termine el cole, en fin, pretextos no le faltaban para postergar su final feliz. Aunque, siendo sincera, yo nunca supe a ciencia cierta, por qué se quejaba tanto del marido, dicen que “Dios le da barba al que no tiene quijada”. Yo con uno así, me daría por bien servida. Si parece un manso palomo, y hasta donde sé,le consentía todo; hasta se hacía el desentendido con lo del personal trainer y vaya que a mi amiga le gustaba entrenar. En fin yo cumplí con escucharle y fingir que comprendía su tragedia.

Veamos a que se dedica ahora con Amelita en el extranjero, y sin el estorbo del marido. Ya me contó que anda deprimida, que no puede dormir, que no tiene ganas ni de ir al gimnasio y eso, es raro. Seguro ya vendrá a llorarme su soledad, porque así es ella, nunca está satisfecha con lo que tiene.

martes, 29 de abril de 2008

Defensa de la fisiología sin excepciones


¿qué es la vida?
Esta es la cuestión, para algunos la vida es simplemente un asunto fisiológico: respirar, un corazón que late, sangre fluyendo por las venas, etc. Para la gente que piensa así, la defensa de la vida es algo muy definido, salvar a toda costa lo más que se pueda de un cuerpo fisiológico, prohibir sin excepciones la eutanasia y el aborto. Esto se vuelve un dogma muy cómodo y como todo dogma es imposible de verse desde dentro, el dogma solo lo vemos quienes no pensamos así, desde dentro, esa idea dogmática luce como cosa lógica, obvia e inobjetable.

la tierra es el centro del universo, inobjetable en su momento. La tierra es plana, inobjetable en su momento, la defensa de la vida sin excepciones, inobjetable en este momento.

El problema no está en la defensa de la vida, creo que todos estamos de acuerdo en ello, lo cuestionable es que al decir sin excepciones se vuelve una ley ciega y autoritaria incapaz de analizar situaciones particulares, aplicándose sin importar si beneficia o afecta alguien.

Pero la vida no es solo la fisiología de un cuerpo sino fundamentalmente lo que haces con el, es decir, la vida familiar, la vida personal, la vida social, la felicidad o la infelicidad que logres. Esa vida es la que valoramos, si vale la pena que el cuerpo "funcione" es por eso, ¿de que me sirve estar respirando con respirador artificial pero sin actividad cerebral alguna?. Personalmente he pedido ya a mis hermanos y amigos que si me llega a ocurrir algo así, me concedan un último gran favor: que tengan la generosidad de desconectarme. De esa vida no hablan los defensores de la fisiología sin excepciones, no les importa la calidad de vida de la madre ni del niño, ni un ser humano que quiere tener la posibilidad de una muerte digna, solo les importa su dogma.

La cruzada ciega de la defensa de la vida sin excepciones es un fruto lógico de una sociedad que conjura a la muerte como si fuera algo malo, la medicina ha avanzado tanto que la muerte deja de verse como un acto natural y pasa a ser una falta de conocimiento técnico. Lamentablemente, desde esta visión, la muerte se ha vuelto selectiva ya que vivir o morir no depende de "la voluntad de Dios" sino del acceso que tengas a la tecnología y todos sabemos que eso es cuestión de dinero. Tal como leí esta mañana en un grafitti: todas abortamos, las ricas van a Miami y las pobres a la tumba.

Y es verdad, sean legales o no, los abortos se dan, la supuesta defensa de la vida tal como lo plantea la Queirolo es cosmética, no busca el bien del otro ya sean los niños por nacer o las madres, solo tranquiliza su propia conciencia y la de la gente que la apoya, remplaza con un dogma curuchupa una discusión que debería ser mucho más compleja.

Hoy ya es ilegal el aborto en este país y la ley no ha solucionado el problema, todo lo contrario lo empeora, ya que orilla a miles de mujeres a recurrir a insalubres clínicas clandestinas o peor aún, a tratar de sacarse el feto de cualquier manera y a cualquier costo incluso el de su vida. Pero por si el panorama ya no fuera lo suficientemente tétrico, con la ley "sin excepciones" de Queirolo ni siquiera podrán efectuarse los abortos o legrados terapéuticos, en otras palabras, un médico no podrá salvar la vida de una madre con embarazo extra uterino porque sería ilegal hacerlo. Entonces, muchas mujeres morirán con un feto descompuesto dentro de su cuerpo.

En resumen, la supuesta defensa de la vida sin excepción terminará matando a más gente de la que salva, así que espero que Doña Rosana Queirolo pueda aguantar todas esas muertes en su conciencia. Pero la conciencia de Queirolo le corresponde a Queirolo, y ¿que tal la suya?, ¿aguantará usted todas esas muertes en su conciencia? o ¿Piensa hacer algo al respecto?.

Andrés Chiliquinga

lunes, 28 de abril de 2008

Los que dan decidiendo


Vida y muerte. Ya es una obviedad decir que no son conceptos opuestos sino complementarios, que al nacer se empieza a morir, etc. Lo que me preocupa, otra vez, es la apropiación de estos conceptos y su utilización, en este caso por parte de los modernos guardianes de la moral, los gurús del correcto vivir. Esos que deciden solitos por todos los demás.

Me cabrea la actitud de los grupos pro-vida que ven todo en blanco y negro y tildan a los que defienden el derecho a la libre elección como asesinos y enemigos de la vida, mientras ellos se presentan como únicos representantes de lo bueno, bello y verdadero.
Reducir tramposamente la discusión a un debate entre buenos y malos es patético pero lamentablemente efectivo. Una vez más me parece sólo cuestión de comodidad: es más fácil servirse del amarillismo y mostrar imágenes a todo color y con zoom incluido de fetos destrozados que debatir la educación sexual, el derecho al placer y otros temas que ruborizan a estos gurús. Los mismos que tan apasionadamente hablan del derecho a la vida no tienen empacho en defender con la misma pasión y la misma cara de tabla la instauración de la pena de muerte como solución a la delincuencia. Sospecho que también, aunque nunca lo digan, estarán a favor de cortarles las manos a los ladrones por ejemplo. Claro que esto último es un prejuicio de mi parte, pero como decía antes me cabrea que el derecho al aborto, la decisión sobre la propia vida y el cuerpo esté dictada por hombres que no se embarazan, por curas y monjitas que no tiran (bueno, ése es otro tema), por doñas bien o mal casadas que no conocen más disfrute que el juzgar y mandar vidas ajenas y por modelitos bravísimas que condenan el derecho a decidir de otras mujeres, pero bien que gozarán lo suyo con todas las herramientas a la mano.

Lo mismo pasa con la eutanasia, también conocida como el derecho a bien morir. “Sólo Dios tiene derecho a terminar una vida” nos dicen, nuevamente salta el cassette de la defensa plana de “la vida” y la acusación de asesinos para quienes se atrevan a sugerir la opción de terminar un sufrimiento tal vez inútil. Si en el caso del aborto dicen que no se puede terminar con una vida inocente que no tiene forma de defenderse, para la eutanasia el cuento no funciona y da lo mismo, no se puede porque… no se puede nomás. Se invoca otra vez la presencia suprema de dios, el castigo divino que nos espera por arrogarnos funciones que no nos competen. Como si estar atado de por vida a máquinas que nos ayuden a respirar o comer, confinado a una habitación sin poder moverse o padecer dolores insoportables la mitad del día y la otra mitad vivir semiinconsciente por la medicina que alivia el dolor fuera algo digno, como si obligarles a estar junto a nosotros en esas condiciones fuera un gesto caritativo y humanitario.

Mientras tanto los gurús, desde su mundo perfecto y ordenado, condenan a cientos o miles de enfermos con plena conciencia de sus decisiones a aguantar una existencia vegetal o dolorosa, así como condenan a millones de madres con sus hijos a pasar una vida dura, infeliz y a veces peligrosa, les obligan a aceptar a punta de gritos y afiches morbosos su derecho a la vida. Lo que más me asquea es que a ese grupo de gente egoísta y torpe, a esas hordas de pastores, modelitos y otros personajes, les importa un bledo la vida de las supuestas víctimas. Su verdadera motivación es la necesidad de calmar su conciencia, de creerse buenos, bellos y verdaderos defensores de valores supremos, en fin, lo que se dice creerse buenos cristianos y rectos ciudadanos. Pura caridad.

miércoles, 23 de abril de 2008

Receta (fragmento)

...Bueno, sigamos en lo nuestro, pongo harina en una cacerola, sal…, pimienta…, nuez moscada…, Sofreímos las cebollas…, el ajo, un poco de azúcar moreno…., jugo de lima… ¡de-li-cio-so!…, envolvemos la carne en la harina…mmm y a la olla. Tal como la hacia papá. ¡Es una gran receta!

…Me alegra que te gustara tanto la cena. ¡Hasta te repetiste la ración mamá! Igual que en los viejos tiempos. La carne tierna, aromática... moza rubia de trece años recién cumplidos, tal como dice la fórmula, con sus jugos intactos. Claro que a papá le quedaba mucho mejor. Es que él tenía la suerte de encontrarlas silvestres y mejor alimentadas.

Te confieso que no fue fácil lograrla en su estado justo. Ya sabes que no hay que asustar la presa porque el miedo pone la carne amarga y el sufrimiento la pone ácida. Meses de paciencia y perseverancia, hasta el golpe certero del último día. Por eso el guisado quedo perfecto. Ni ácido, ni amargo, ¡soberbio!

Bueno, con tu permiso, voy por el café.

Samuel Riel

martes, 22 de abril de 2008

hombres (y mujeres) de poca fe



Puede sonar ridículo pero aún me sorprendo de que los aviones se mantengan en el aire, pienso en eso mucho más cuando estoy dentro de uno de ellos, me parece incoherente que algo tan pesado tome viada, suba y no caiga estrepitosamente como lo haría cualquier otra cosa del mundo real que conozco. Entiendo como funciona un automóvil, una chispa origina una explosión de combustible en un compartimiento cerrado y la energía escapa empujando un émbolo o pistón que a su vez mueve un rotor, en otras palabras la energía de la explosión se canaliza para mover un motor, hasta ahí la ciencia es una cosa entendible, pero cuando se habla de esas cosas de la aerodinámica y termodinámica, de la velocidad de las corrientes de aire y la presión atmosférica, las explicaciones solo suenan bien en la pizarra de cuarto curso, pero ya dentro del avión la cosa es diferente.

Antes era más fácil, porque incluso volando en clase económica tenías derecho a algún traguito y eso calmaba el ansia de entendimiento científico. Pero ahora, como uno viaja en plan chiro y los tragos cuestan, tiene que buscar consuelo en la razón y es entonces cuando entro en pánico. La razón me dice que nada de tanto peso esta destinado a subir, que los metales no vuelan, que las cómodas butacas con espacio para estirar los pies no vuelan, que en la naturaleza no hay ningún pájaro que con sus alas tiesas y sin batir se eleve del piso. Luego, para rematar pienso en los muchos accidentes aéreos que he visto en la televisión, desde los primeros intentos de los hermanos Wright hasta el de Cubana de aviación.

Uy no, volar es toda una tragedia sobretodo en clase económica, para ser sincero, si no llego a escaparme o volverme loco en un avión, no es porque entienda como funciona esa magia de la aviación sino porque creo que si tanta gente lo usa supongo que debe funcionar o como diría Facundo Cabral, millones de vacas no se pueden equivocar. Y pensándolo bien yo también soy una vaca, porque soy parte de la la masa que otros verán para tomar el valor de subirse a un avión, nos repetimos eso de que las estadísticas dicen que es más seguro viajar por aire que por tierra y nos subimos, las primeras veces con miedo y si eres viajero frecuente el volar se vuelve algo trivial y ya ni piensas en ello. Pero me pregunto, ¿cuántos de los millones de personas que suben a un avión entienden realmente como funciona?, la verdad, creo que muy pocos quizás ni los pilotos.

Cuando nos trepamos a esos aparatos voladores arriesgamos lo más preciado: nuestras vidas, y no lo hacemos por que nos es obvia la aerodinámica sino porque todo el mundo lo hace y sería muy provinciano no hacerlo.

La promesa de la modernidad nos hablaba de el dominio de las adversidades de la naturaleza por medio de el ingenio y el conocimiento, del desterrar los mitos y supersticiones reemplazándolos por la razón. En efecto la cruzada racionalista nos ha llevado bastante lejos pero seamos honestos, los mitos no se han desterrado, los dogmas siguen tan vigentes como siempre, solo que ahora son otros y se visten de cientificidad, se demuestran en estadísticas y estudios en los que tenemos fe como antes se tenía fe en los rezos de los shamanes o en Dios mismo. Nos subimos a los aviones como acto de fe en la ciencia, en la sociedad, es más, en la seriedad de una compañía aérea o sea en una marca.

Este no es una alegato contra la fe, todo lo contrario, creo que en la persistencia de ella a pesar de la racionalidad se comprueba su importancia y el error de la miope mirada occidental que degradó a los mitos y creencias místicas a folclore o prácticas barbáricas sin darse cuenta que ella también la usa.

Me gusta tener fe, no creo en un dios, pero hallo seguridad en muchas cosas que no entiendo y no veo como podría vivir de otra manera.

lunes, 21 de abril de 2008

Compro ideología poco o mediano uso


Careperro. Aburrido. Malgenio. Muchas veces uno se precia de ser medianamente escéptico, se enorgullece de no comerse el cuento, se envanece por tener dos o tres ‘ideas propias’ (y vaya usté a saber qué es eso). Lo que ningún sabido nos dice es que esa pretendida libertad viene acompañada del tedio, al menos en mi caso. Así que decidí dejar de lado tanta sospecha y humildemente anuncio: SE COMPRA UNA CAUSA.

No importa que sea causa perdida, ideología de cafetín o religión apocalíptica. La única condición que pongo es que me convenzan, que me abran los ojos, que logre ver la luz de la verdad y me ponga a su servicio. Me ofrezco cual soldado mercenario o pirata desocupado al mejor postor. Esa es la parte difícil, a veces se abren puertas por las que es difícil volver y cuando uno le busca las costuras a todo discurso pierde también la capacidad de apasionarse, de entregarse. Admiro y envidio por igual a las personas convencidas de alguna causa como el catolicismo, la revolución, el movimiento rockero o la defensa del mono marsupial; me encantaría reunirme con un grupo de personas para perseguir un fin determinado que traiga paz y bienestar aunque sólo sea a sus miembros (por cierto: ¿hay alguna asociación de hedonistas de Pichincha?)

El asunto es que me volví demasiado desconfiado o demasiado tolerante, un poco cínico, seguro. Pasadas por ese filtro casi todas las ideologías pueden ser tibias, ingenuas, inútiles, caducas, ridículas, perjudiciales, antipáticas, no sé, hay tantas etiquetas disponibles y que finalmente pueden ser nada más un pretexto, que el resultado es el mismo: no me caso con ningún grupúsculo, no lanzo piedras con ningún encapuchado, me da pereza unirme a un club de fans, en resumen, y citando a Marx, no entro en ningún club que me acepte como miembro. Por lo pronto me siento tentado a crear una religión politeísta en honor a Jack Sparrow, pero afinar los detalles también me da pereza.

Eso sí, de antemano enumero algunas etiquetas que no estoy dispuesto a comprar ni en el peor de los aburrimientos:

- Socialcristiano y sus variantes
- Golfista
- Marketinero
- Vegetariano
- Abstemio
- Liguista o Barcelonista (puajj!!)
- Fan de Maná o Arjona (doblepuajj!!)
- Usuario de PC

Escucho ofertas y agradezco de antemano la atención prestada a la presente queja lastimera.

lunes, 14 de abril de 2008

Sobremesa

BUSQUEDAS INÚTILES

¿Por qué existimos? ¿De dónde vengo? ¿Qué es la vida? ¿Qué pasa después de la muerte? La búsqueda de respuestas existenciales desde tiempos primitivos, nos ha llevado a un largo peregrinaje por argumentos desde Dios, hasta la filosofía o la ciencia, que finalmente cumplen el papel de explicar lo inexplicable bajo conceptos de duración limitada. Lo que hoy llamamos mito, en alguna época pudo ser considerada una verdad absoluta. Que más da si es el Budismo Zen, La Metafísica, o Matrix, la que nos provee del andamiaje interior necesario para dar sentido a nuestra vida, todos prestan el mismo servicio: justificarnos como seres racionales, y proporcionar una agradable sensación de pertenencia a un grupo determinado. Después de todo el gran supermercado de conceptos tiene variedad para todos los gustos, ajustables a la medida del usuario y cada vez son más novedosos y sofisticados, pero curiosamente todos traen la misma advertencia: “úsese con fé”. Como todo producto de consumo masivo; se gastan y terminan desechándose para reciclarse algunos como tradición, leyenda, folklore o ficción.
Sobrevivimos gracias al instinto. Nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos igual que el resto de seres irracionales, que no se han dado la molestia de pensar en estas cosas. ¿A dónde nos llevan los cuestionamientos, la sed de sabiduría? No hemos explicado la vida, ni hemos evitado la muerte. Inventamos la rueda, las carrozas, los motores, los aviones, los cohetes, y las mismas preguntas continúan sin respuesta.


Duda (fragmento)



Y cuando aún caminaba sobre el agua,
derribaste al pastor de una pedrada,
fue certero tu intento homicida,
murió un dios y nació un ciudadano,
han huido las ovejas rebaño.

Atrapada he quedado, lo has logrado,
en tus crípticos lenguajes de iniciados,
de famélicos conceptos coherentes,
fiel devota de un destino que no existe,
arrinconada entre liturgias y chakanas.

Sor Rita de San Marcos

Pop: larga vida y corta duración


Tal vez la forma más sencilla de explicarse el pop es el chicle: dulzón, suave, pegajoso y de corta duración, pero no es bueno tragárselo. El riesgo es confundirlo con un alimento más cuando todo el asunto consiste en una masa informe que entretiene, sólo eso.

El pop es sobre todo simulación, apariencia, máscara. Las divas y divos del pop muestran mucho, a veces más de lo que quisiéramos, pero solo frente a la cámara; su atrevimiento, osadía y en ocasiones hasta su sex-appeal duran lo que diga el contrato, ir más allá sería quebrar una de las reglas básicas de esta cultura: la simplificación, el encanto de la primera impresión, el veme-y-no-me-toques. Y aunque la fórmula es superconocida no deja de funcionar, el embrujo de los tonos pasteles se extiende a todos los ámbitos de la vida: en el mismo puré se juntan Bono, Shakira, las ballenas, Pavarotti, Beckham, la lucha contra el sida, Sarkozy, Juan Pablo II, la Madre Teresa, el calentamiento global. La lista aumenta y se actualiza cada semana, la única condición es llegar a la mayor cantidad posible de gente.

¿Cómo hace el pop para alimentarse? Pues se sirve de todo lo que sea útil para hacerse visible: desde la realeza europea hasta el Che, entre Lady D. y los damnificados del tsunami, prácticamente todo ser y actividad, terrestre o no, puede formar parte de la estética pop, basta con pasteurizar la imagen del sujeto y hacerla más accesible (vía eliminar todo lo que pueda ofender susceptibilidades demasiado susceptibles) para que empiece a rodar de forma inocua, sin riesgo para la salud. ¿Calidad? Búsquenla en el sonido, no en la música, vayan a rescatarla de la puesta en escena, en los 80mil kilowatts de luces robóticas y 40 bailarines, no en las dotes interpretativas de la estrella de turno. En el cine pop no importa la actuación o la historia, importa la iluminación sin sombras, la utilería nueva y el vestuario pulcro. Bajo la misma lógica no necesitamos salvar personas hambrientas o enfermas, con comprar la pulsera de turno habremos hecho nuestra parte. De paso nuestra imagen subirá muchos puntos.

El fondo está en la forma simplemente, la profundidad y la coherencia del pop están en el pop mismo, o más claramente, no las necesita. Se equivoca quien quiera medirlo con los mismos parámetros que a otras manifestaciones culturales. Porque finalmente el pop nos quita, pero también nos da muchas cosas, mucho placer sensorial sobre todo, y eso siempre se agradece. Yo no disfrutaría ver a Cesaria Evora contoneándose con minifalda de colegiala, pero ¿quién puede resistirse a un video de Lindsay Lohan cuando está sobria? ¿Quién, cuando el sábado a la tarde le sorprende sin nada que hacer, va a la esquina y compra una película de Ingmar Bergman para matar el tiempo? Ése es el papel del pop, entretenernos sin dobleces, marearnos la neurona y hacernos creer, aunque sea un ratito, que la vida es un despliegue de colores armónicos que paradójicamente reducen todo al blanco y negro, con lo cual nos quitamos muchas preguntas de encima.

Y cuando la diversión se acaba, basta con cambiar de canal.

caduno caduno



Me cansé de ser positivo, de buscar lo bueno de cada situación, de brindar el beneficio de la duda, de tratar de encontrar el punto de vista bien intencionado de los otros, de convencer al resto de que caminamos hacia algo y que no todo está mal, de luchar por el cambio. ¿Acaso no puedo yo también ser quejón, parcializado, negativo y gruñón?, ¿no me he ganado el derecho que la mayoría ejerce de lanzar bilis y púas por todo lado?... Se que si puedo y es más, lo necesito.

Lo necesito porque estoy harto de esos los quejosos de siempre que salen en la tele, del Mauricio Pinto metiendo el miedo del desempleo, del Presidente Uribe y sus ministros mintiendo sin miedo, de los periodistas creyéndole, de la prensa “perfecta e incuestionable”, de los programas de farándula, del gremio de taxistas opuestos al gremio de tricicleros, de los choferes que se dan a la fuga, de las tarifas especiales para gringos, de la sangre que eleva ratings, de los presuntos delincuentes, de la percepción de inseguridad, de los policías que cobran coimas para igualarse en la lucha contra la delincuencia, de los ojos de águila que lo ven todo y no se enteran de nada, de la falta de presupuesto para las ganas de trabajar, de que siempre hay otro pendejo a quien culpar.

Estoy harto de Nebot Mesías de guayaquil, de Lapenti agencioso en los comerciales, de las carreteras del gran guayas parecidas a las de la yoni, de las marchas blancas y los crespones negros, de los defensores de dólar y los banqueros, de las diosas de la vida sin excepciones, de los pastores que no vienen a negociar con infieles, de los gays que nunca pidieron nada pero que ahora ponen el grito en el cielo, de las feministas que ven una sentencia de muerte a la mitad de la población, de los asambleístas que negocian por votos, de los términos medios, de los cálculos de costo beneficio, de los sacrificios necesarios, de las muertes inútiles, de la sonrisa colgate del candidato, de los izquierdistas de cafetín, de los que no son opositores pero…, de quienes quieren que el otro sea perfecto, de los que no se alinean porque es menos comprometedor, de los trece millones de directores técnicos, de los que dan instrucciones desde lejos, de los que escriben en la prensa y en los blogs. Estoy harto de todos.

Yo también diré que le quito mi voto al proyecto del Presidente Correa y su asamblea por cambiarse a la vereda de Queirolo, le quito mi voto a la derecha que solo tira para su lado y se opone a los cambios, le quito mi voto a la partidocracia corrupta, al sistema judicial que funciona a dólar, a la delincuencia que se ha tomado las televisiones, le quito mi voto a la policía que no hace nada por falta de patrulleros, le quito mi voto a los medios que manipulan las percepciones, le quito mi voto a las ideologías que están pasadas de moda, le quito mi voto a la violencia y la corrupción, le quito mi voto a la izquierda y a la derecha para que no se enoje nadie, le quito mi voto a este Ecuador que camina hacia atrás, le quito mi voto a la política que solo trae discusiones, le quito mi voto a pensar en el otro para que aprenda a pescar su propio pescado, le quito mi voto a arriesgarme diciendo que apoyo a alguien, le quito el voto a tratar de cambiar un mundo que nunca cambiará, le quito mi voto a las lluvias y al calentamiento global, al frío en las noches, le quito mi voto al que mata un tiburón y al que tira basura en las calles, le quito mi voto al azar que me ha puesto aquí y no en Suiza, le quito mi voto a la tendera que me sube el precio de la cerveza, le quito mi voto al caldo de gallina que sabe a plumas y al brócoli aunque sean nutritivos, le quito mi voto a los salvadores de los pobres que viven en la Gonzales Suárez, le quito mi voto a los malos, los feos, los cobardes, los traidores, los egoistas, los manipuladores, los sucios y los antiecológicos y si me falta algún villano, también le quito el voto.

Lo hago porque puedo y es mi derecho. Este es mi aporte al país.

RC.