Entre las cosas fascinantes de la fotografía, una de las más interesantes, por sus posibilidades lúdicas y prácticas, es el efecto que provocan los filtros sobre la imagen. Recuerdo haber visto en alguna ocasión un catálogo de filtros para muchos propósitos: para alterar el color, el enfoque, el rebote de las luces, para eliminar el brillo, para aumentarlo, filtros polarizadores, etc. Cientos de filtros que sirven, repito, para distorsionar la imagen fiel que obtiene la cámara, para añadir o quitar algo según nuestra intención.
Este mismo principio está siendo aplicado, a mi parecer, por nuestro periodismo criollo. Consiste básicamente en tomar los hechos noticiosos, filtrarlos con sus prejuicios, sus miedos e intereses, y transmitir el resultado de esa colada a sus audiencias. Así, cada artículo aprobado por la Asamblea esconde un demonio comunista o es una máquina del tiempo que hará retroceder al país a la época de las cavernas. No es exageración, más o menos esto es lo que algunos personajes creen, por ejemplo, del concepto del “buen vivir” propuesto hace poco. Escuchando a alguno de los brillantes entrevistados del agudísimo Diego Oquendo, oí decir que el discurso de Alianza País es un discurso sacado de la década de 1960, y que las reformas laborales que se están cocinando en Montecristi podrían hacer retroceder al Ecuador a esa época. Lo que le faltó decir al sujeto es que la creatividad de muchos empresarios al aplicar las leyes mantenía a los trabajadores tercerizados en los 90, pero del siglo XIX.
Los ejemplos abundan, es cuestión de ver las noticias. Cuando el invitado es afín al gobierno, o sin serlo destaca uno de sus aciertos, se relativiza su opinión. Si ese día Ortiz y Vera fueron chuchaquis o el invitado es más pilas y les gana la mano, no importa, el siguiente personaje cumplirá el papel de filtro y distorsionará los datos ofrecidos por su antecesor. Tendrá micrófono libre y no se le cuestionará un solo punto, un solo dato. Fin de la transmisión. Con el filtro adecuado es fácil ver que todo lo que hace Correa es malo, que Alberto Acosta es un sujeto perverso y qué guapa que es Ivonne Baki. Una simple conversación sobre los símbolos patrios es elevada por Félix Narváez a la categoría de noticia estelar, se da el lujo de diseñar el supuesto “nuevo escudo” y cerrar su imaginativa nota con un contundente: “La Asamblea se mete hasta con los símbolos patrios”. Más allá de que habría que darle un guaracazo al Félix y explicarle que para eso mismo es la Asamblea, mamitico, para hacer cambios, ¿significa que debemos creer absolutamente todo lo que dice el gobierno y nada de lo que dicen los medios? No, el asunto es tener presente que cada medio dice las cosas de acuerdo a su filtro, que no existe la imparcialidad y que eso está bien, siempre que se lo admita. Así como cualquier fotógrafo nos puede decir qué materiales usa para su trabajo, nuestros medios de comunicación deberían decirnos bajo qué filtros se producen sus juicios, perdón, sus informaciones, así podríamos encontrar la noticia bajo el prejuicio, la imagen bajo la distorsión.
La ponencia que Freddy Paredes expuso en Fundamedios gira alrededor de un único punto, un cliché finalmente: La televisión solo refleja lo que ocurre en la realidad. No sé si se le olvida o se hace el loco, pero Paredes omite que sobre el lente de sus cámaras siempre está puesto un filtro. Y nosotros no podemos olvidar que esos desenfoques son totalmente intencionados y que, en estos temas, no tienen nada de lúdicos.
miércoles, 4 de junio de 2008
Los filtros de distorsión
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