lunes, 23 de junio de 2008
Mi camarada
La llamo mi camarada porque se las da de rojilla radical, pero no es izquierdosa ni mucho menos, yo diría más bien que es de centro. Pesada, molesta y corta notas, la vengo tolerando desde los trece, creo. Al principio se atrasaba todo el tiempo y yo, traviesa como era, me la pasaba cruzando los dedos para que llegara; afortunadamente con los años, se ha vuelto puntual, y yo mas precavida. Con ella cada mes es un borra y va de nuevo. Si estoy susceptible es porque la espero de un momento a otro, si estoy irritable es porque llegó, y si estoy feliz como castañuelas, es porque se fue. Mi camarada es rutinaria y predecible casi como yo misma. La experiencia me enseñado que las decisiones importantes no debo tomarlas en su presencia, lo más probable es que me equivoque. Si hoy escucho Luis Armstrong y mañana Juan Luis Guerra de seguro ella tiene que ver. Si alguien me cae mal repentinamente, es ella que mete cizaña. Si tengo un nudo en la garganta, si me veo gorda, si todos son unos ineptos, si me ha salido un barro en la nariz…es la susodicha.
Como mi inseparable que es, los amigos íntimos, naturalmente, la llegan a conocer, y a veces no de la mejor manera, de hecho, hay algunitos entre desprevenidos e inexpertos, que han tirado la toalla, pero hay otros, más cancheros, que no se dejan intimidar, de esos, que la tratan como a vieja amiga, y hasta le ponen sobrenombres, unos mas curiosos que otros: la suegra, la visita, la bandera roja, la hermana fea, en fin. Hubo uno muy simpático que la llamaba Noches del Oscar, porque esas noches, seguro, las dedicábamos al cine.
Según las circunstancias, puede llegar cargada y temperamental, como este último mes, que me puso, como un campo minado, lista para estallar, hasta con el roce de un pétalo, y como era previsible, cayó la primera víctima, un pobre inocente, que ha salido por los aires, volando en pedacitos. De hecho ahora mismo estoy juntando las partes, a ver si logro dejarlo como antes.
Así es mi camarada, la conozco bien; después de la tempestad, vendrá la calma, se marchará dejándome a punto de caramelo: flexible y pegajosa. Y aunque sea por pocos días, todos mis sentidos alcanzaran el nirvana, en esos días, la magia existirá, la música sonará mejor que nunca, cualquier hijo de vecino se pondrá más bueno que George Clooney, todo lo que pruebe me sabrá a gloria, y estaré, como en el otro caso, lista para estallar hasta con el roce de un pétalo.
S. Rita de San Marcos
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