lunes, 24 de marzo de 2008

sobremesa

EL GOCE DEL DOLOR

Basta una pequeña etiqueta de causa justa, para que la lujuria del sufrimiento se transforme de pecado en virtud. Que tal si descubriéramos que la santa flagelada encontraba goce en los latigazos o que el ego Ghandi engordaba con el ayuno, o que a Jesús le tocó inventar una muerte dramática para que le paren bola, o que la esposa maltratada, prefiere la bofetada a la indiferencia.

Quizá es el goce del dolor, con forma de concepto redentor, el que justifica el auto sabotaje al placer que tenemos al alcance de la mano. La queja, la autocompasión, lo socialmente aceptable, la máxima de que; todo lo que vale la pena cuesta, nos abren la imaginación para encontrar las más variadas excusas para evitar ser felices y seguir siendo miembros vitalicios de la cofradía del dolor.


Rosa Mística (Cuento)


El sol no acaba de ocultarse. Hileras luminosas serpentean, por los estrechos caminitos de San Isidro. Docenas de mujeres con cirios encendidos vienen de todas direcciones. Llegan presurosas como todos los viernes al rezo de la letanía. Algunas vienen de recintos muy lejanos hasta la casa de la santita. La fama de sus prodigios se ha extendido a los poblados vecinos. Cada viernes la multitud crece.

Hace calor, las devotas, con mantillas en la cabeza y vestiditos ligeros, se congregan alrededor de la casita de la colina, donde vive la joven huérfana, dedicada a la contemplación y penitencia. Se dice que jamás un hombre la ha visto siquiera, porque su pureza, está consagrada desde el nacimiento.

El grupo espera en silencio la señal. Desde el piso alto de la casa, se escucha el primer azote, seguido de una breve queja. Es hora de empezar. Una tía de la muchacha dirige el ritual.

- Sancta María.
- Ora pro nobis- responde el coro en voz muy alta
- Sancta Dei Génetrix.
- Ora pro nobis

La adolescente sola en su cuarto, látigo en mano, con la luz encendida y las ventanas bien abiertas, es visible para toda la concurrencia. Cuelga de su cuello un crucifijo como único vestido. Percibe el rumor de la oración sin palabras inteligibles, es solo un monótono mantra que se eleva y esparce por el valle.

- Sancta Virgo vírginum.
- Ora pro nobis

Los azotes van lastimando su espalda, el dolor es el camino al éxtasis místico y la autoflagelación su instrumento.

- Mater Christi.
- Ora pro nobis

La sangre brota, un fino sudor moja su frente. Las mujeres aceleran el ritmo de la plegaria.

- Mater invioláta
- Ora pro nobis
- Rosa mystica
- Ora por nobis

La respiración se agita, los corazones se salen. La santa ya no escucha, la multitud no se detiene.

- Mater puríssima.
- Ora pro nobis

Van las manos al pecho, a todo el cuerpo. Les late el alma, les late el vientre.

- Mater castíssima.
- Ora pro nobis

El momento viene, no puede esperar. Las congregadas dejan de rezar, les falta el aire.

Una luz cegadora ilumina el valle y desaparece en un segundo. La virgen cae vencida sobre el catre, suspira relajada, mientras, un suave olor a rosas, desciende sobre la multitud.


Samuel Riel

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