No me importa si se mueren las ballenas en Tasmania, ni si se aprueban los matrimonios gay, o si las corridas de toros son éticas. ¿Por que tendría que importarme si no soy ballena, ni gay, ni toro, que le voy a hacer. No me interesa el terrorismo, ni las izquierdas ni las derechas, o si debe ser legal la eutanasia. Por qué tendría que interesarme, si tengo suficiente con lo mío y lo mío es más simple que todo eso.
Si, soy básico, casi animal, -me gusta-. Disfruto de no pensar mucho, y evito saber lo que no necesito saber. Seamos sinceros, no tiene sentido, finalmente, algo más fuerte que usted y que yo, buscará el equilibrio. Y no me refiero a Greenpeace, ni a Bush, ni a Dios, simplemente es así. Sobrevivirá lo que tenga que sobrevivir y lo que no, se eliminará.
No necesito de ciencia para vivir, doy un paso a la vez, sin atormentarme con futuros lejanos, haciendo lo que mi código interno dice, se llama instinto, funciona bastante bien, y le aseguro que Steve Jobs, no tuvo nada que ver. Soy feliz con lo que tengo, y con lo que no tengo, porque es más fácil. Si llueve está bien, si hay sol, también, si hay guerra está bien y si el mundo no marcha como muchos quisieran, pues, también está bien.
Si acaso no lo entiende, lo voy a hacer más gráfico, talvez algún día se anima a probar. Este modo de vivir podría compararse con el de un caballo salvaje: Cumplo mi función dentro de la manada, nadie me obliga, la manada vela por mí sin que yo lo imponga, protejo a mis crías porque así lo siento, el olfato me dice con quien aparearme y con quien no, y no lo cuestiono.
Si el universo no tardó un segundo en formarse y probablemente tarde lo mismo en desaparecer, no voy a desperdiciar mi única vida complicándola.
¿Cree usted que Bin Laden, la guerrilla en Colombia, el calentamiento global, o el FMI, son problemas para un caballo? ¿No? Pues míos tampoco.
Samuel Riel
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