martes, 13 de mayo de 2008

diestras y siniestras

Últimamente está muy de moda hablar de izquierdas y derechas, probablemente se deba a que hoy, como nunca en nuestro país, sectores identificados como de izquierda han pasado de la barricada al poder y los de derecha de pronto son una minoría con poca capacidad de maniobra, al menos en la asamblea nacional constituyente donde le resulta muy complicado marcar el ritmo del baile, quizás solo entorpecerlo un poco.

Aunque son términos ampliamente utilizados no todos tienen claro que involucra concretamente el pensamiento de izquierda o de derecha, quizás porque tratamos de entenderlos como algo estático y definido cuando es algo cambiante de acuerdo a los contextos espaciales y temporales.

La idea surge por primera vez en 1792 cuando se instala la Asamblea Constituyente producto de la revolución francesa. Los constituyentes estaban divididos en dos bandos ideológicamente opuestos, a la derecha de la presidencia se agruparon los llamados de la Gironda que propugnaban el retorno a la legalidad y al orden monárquico y a la izquierda se situaron los de la Montaña que creían en la revolución de las estructuras para instaurar (incluso a la fuerza) un estado basado en la libertad, fraternidad e igualdad, en el centro, se mantuvo un grupo indefinido al que se llamó el Llano o la Marisma.

La propuesta de igualdad buscaba allanar en lo posible las jerarquías y las injusticias de una sociedad de marcadas diferencias de clase esto evolucionó a la propuesta marxista, que más tarde sería retomada e interpretada por la revolución soviética y esta es la imagen que la mayoría tiene de la izquierda.

En América, las oposiciones entre realistas e independentistas republicanos durante las guerras de independencia y más tarde entre conservadores y liberales durante la revolución liberal, también pueden ser catalogados como derecha e izquierda respectivamente. Siendo constantes, para la derecha la defensa del Status Quo, sus estructuras y jerarquías y para la izquierda la revolución de esas estructuras.

Por la naturaleza cambiante de los escenarios políticos ha sucedido que algunas ideas migren con el tiempo al lado opuesto. El liberalismo que era la izquierda de finales del siglo XIX es usado para nombrar ideas de la derecha del siglo XX, o la actitud antirreligiosa del socialismo marxista comparte espacios en la misma izquierda con la teología de la liberación.

Hoy por hoy, las diferencias más importantes entre derecha e izquierda giran alrededor del tamaño del estado. Para los primeros, el estado debe reducirse y ceder espacio para que muchas tareas públicas sean manejadas por empresas privadas. Esta tesis se fundamenta en el mito de que el estado es un administrador ineficiente y corrupto. Lo falaz de esta afirmación está en que aunque es verdad que sobran los ejemplos de ineficiencia y corrupción estatal también los hay en la empresa privada, por tanto, no se puede decir que es más seguro apostar por una u otra gestión por el simple hecho de ser privados o estatales. Además hay que reconocer que también existen muchos ejemplos de gestiones estatales exitosas que logran altos niveles de eficiencia y rentabilidad, en este caso los beneficios son dobles, por un lado la satisfacción del usuario del servicio público y por otro lado las ganancias que van al estado le dan mayor capacidad para servir de otras maneras al mismo usuario o ciudadano.

La izquierda por su lado, le apuesta a la gestión estatal, bajo la premisa de que la motivación principal del estado no es la plusvalía sino el servicio a la sociedad de la cual es responsable. Es decir, no se invierte en salud porque sea buen negocio sino por ser un derecho que garantiza el estado. Es comprensible que las empresas privadas busquen reducir sus costos para incrementar sus ganancias, pero no se puede aplicar este criterio a algunos servicios básicos, porque el reducir los costos puede resultar en servicios incompletos e injustos.

Sin embargo, para que el estado garantice los servicios básicos como educación, salud, vivienda, trabajo, etc., como propone la izquierda, se requiere una gran inversión social y por lo tanto mayor carga impositiva a sus contribuyentes lo cual molesta a la mayoría de la población, incomodidad que es aprovechada por la derecha.

Sin embargo cabe analizar que todo estado tiene un mínimo de socialismo en su seno, es decir, la delegación de velar por los intereses de toda su población, de proveer ciertos niveles mínimos de justicia, salud, educación, vialidad, etc., de forma gratuita e indiscriminada y que es financiada por los impuestos y por la producción de empresas estatales. Estas delegaciones se han ido haciendo paso a paso y con el tiempo se vuelven obvias, por ejemplo en Europa ni la izquierda ni la derecha discute que la salud a todo nivel y sin restricciones debe ser gratuita. Allí no se objeta el papel solidario de los impuestos ni de los subsidios, en estos casos sonaría ridículo ese cuento de que no hay que regalar el pescado sino enseñar a pescarlo.

Continuará…

No hay comentarios: