lunes, 5 de mayo de 2008

Defensa de la mediocridad


Odio darle la razón a quienes desprecian la teoría de Darwin sobre la evolución, pero resulta que, de ser cierta, más de la mitad de los que poblamos el planeta ni siquiera deberíamos estar aquí. Según el venerable barbudo, sólo prosperan las especies más aptas, las más fuertes, las que se adaptan, en una palabra las triunfadoras. Yo digo que no, digo que las que sobreviven son las mediocres.

El discurso de moda habla de buscar la excelencia, habla de éxito profesional, familiar, social, económico, etc; la lógica de la educación actual no es formarnos para aportar a la sociedad sino para sobresalir y llegar a la meta antes que cualquiera, si nadie más que nosotros lo logra, mejor. La competencia es común a las especies, pero la nuestra elevó ese rasgo a valor supremo que acciona todos los demás, gracias a eso trabajamos el triple y ganamos la mitad con la promesa de tener el premio al final de la meta. Como llegar al paraíso más o menos. Lo que vale cuesta, lucha por alcanzar tus metas, la justa recompensa a nuestros esfuerzos, son frases que oímos muy seguido, y en los últimos años se posicionaron como una especie de mantra que nos acerca a la victoria y la felicidad.

Pero veamos, si sólo unos pocos ganan y los demás se quedan pasmados, no pasará mucho antes de que los perdedores, los mediocres, se cansen de tanta perfección de los ganadores, se organicen y finalmente les suenen a los sobrados que están arriba. Esto puede sonar a comunismo o anarquía, pero son solo dos niveles dealgo más grande. Si se refina la premisa evolutiva quedará una sola especie dueña de todo y recién ahí se dará cuenta de que los demás “si han servido”; es un poco lo que nos está pasando a los humanos ahora, nuestro error consiste en creer que somos la cúspide de la evolución. Capaz que lo mismo pensaron los dinosaurios…

Yo digo que el equilibrio natural del planeta es la mediocridad porque no aspira a demasiado, no trata de acumular y se conforma con lo que venga. La mediocridad es noble porque no se enoja cuando el otro gana, es desprendida porque no le interesa poseer más allá de sus necesidades. También es pacífica, pues nunca peleará a muerte por cosas que finalmente se podrían conseguir de otra manera, y esa búsqueda del método alternativo y más cómodo le dota a la mediocridad de un espíritu creativo.

Personalmente no me preocupa pasar a la historia del diseño, del arte o la fotografía, no quiero tener el blog más leído, acepto que será difícil rodearme de las mujeres más bellas y comer todos los días en los mejores restaurantes. Lo que tengo ahora está bastante bien y trabajo lo razonable para tener algo más aunque no estoy dispuesto a sacrificar mi salud y mi familia por alcanzar el éxito profesional, para qué si lo que hago me gusta y funciona muy bien, prefiero mejorar a mi ritmo y buscar un otros caminos a ganarme un premio (salvo el lotto), trato de ver el costo-beneficio con parámetros menos monetarios y confío en que mi mediocridad ayuda a mantener el equilibrio universal.

Serán argumentos mediocres pero no importa, escribir un gran editorial tampoco estaba en mis planes.

2 comentarios:

hablenomas dijo...

Como diría Tyler Durden; el sueño americano es una mentira, solo hay espacio para uno en la cima y el resto no llegará pero seguirá creyendo que eventualmente puede y que si no sucede es por su propia culpa. El plan perfecto, como una rueda de hamster o la zanahoria que sigue el caballo y que como cuelga de un palo atado a su propia silla nunca será alcanzada, pero mantiene en movimiento el mundo, pero... ¿el mundo de quien?

hablenomas dijo...

Yo otra vez, solo para citar bien a don Tyler que merece ser leido (este si textual, el otro era una interpretación libre mía):

"Veo mucho potencial, pero está desperdiciado. Toda una generación trabajando en gasolineras, sirviendo mesas, o siendo esclavos oficinistas. La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos, no hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine, o estrellas del rock. Pero no lo seremos, y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados"